Cuando fui a recoger a Elliot, Nuclear fue uno de los perros que nos recibió. Lo recuerdo perfectamente, porque me llamó la atención su nombre, Nuclear. Sabía que era mayor, pero en cuanto he visto que había fallecido, me ha recorrido una pena grande, a pesar que no lo conocía.
Allí donde esté, detras del arcoiris, está dándoos suerte y ánimo para que sigais con vuestra tan noble tarea. Siempre os estará agradecido por lo que habeis hecho por él, como todos los perros de Ribercan, los que murieron allí, los que siguen viviendo allí y los que, como Elliot, ahora tienen casa.
Gracias por lo que haceis por los perros.
Descansa en paz, Nuclear, y que seas feliz en el arco iris, donde ningún perro es abandonado ni maltratado, si no que todo lo que puedes encontrar son perros felices y personas que aman a los animales como a ti y a todos los perros, os amaron en Ribercan.